La primera vez que escuche Murder ballads de Nick Cave no pude evitar unir el arte de tapa, una cabaña perdida entre las nieves eternas de algún gélido paraje con el titulo e imaginar de pronto un grupo de asesinos reunidos frente a la chimenea tomando humeante café y escuchando canciones de amor y crímenes. "Death is not the end" originalmente escrita por Dylan, es la coherencia y la desmesura amortiguada por aquella nieve que no es nada menos que nuestro juicio y racionalidad. Habla de cuando el miedo derriba la puerta de nuestra casa y el "Zoloft" no alcanza.
El atravesar esta canción implica fisgonear tortuosas soledades, asistir a una angustiosa incapacidad para decidir el destino, ganar un exclusivo acompañamiento personal de la desventura y extraviar de manera notable la fe y la esperanzas. Pero no hay desierto sin oasis y Dylan hace una salvedad entre tanta oscuridad ofreciendo un pequeño refugio místico hebreo.
Y así en el medio de los oscuros versos separa un poco de tierra fértil y planta un árbol de la vida siempre creciente (¿el mismo árbol de la vida del que se habla en los textos cabalísticos?) donde el espíritu nunca muere. El árbol de la vida para la cábala es una suerte de hoja de ruta para volver a la unidad con uno mismo. Al aspecto divino de cada uno. De esta manera, por un lado el refugio en la tormenta que Dylan nos deja es mayor que cualquier muerte y por otro lado, también nos habla de la muerte como puerta de entrada a la trascendencia de ciertos aspectos que deben ser refinados para estar más cerca de una mejor versión de nosotros mismos. Nick Cave, confeso admirador de las metáforas bíblicas grabo este tema con ilustres apóstoles como Kylie Minogue, Shane MacGowan y Mick Harvey La voz de Kylie Minogue junto al registro barítono de Cave es hipnótica tal vez porque a la belleza algo azucarada de la australiana le viene bien cada tanto ensuciarse el vestido y pronunciar palabras sucias y afiladas.
Death is not the end es un bálsamo para cuando la única salida es entregarse a la desmesura de la oscuridad de lo desconocido.
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Sobre el curador - Vranko Magas
Músico, compositor y escritor nacido en Buenos Aires Argentina.
Luego de estudiar la carrera de piano en el conservatorio nacional y tocar en algunas bandas comencé un viaje por Europa que termino en Barcelona donde realice un posgrado en gestiones globales en la industria musical, en la Universidad Pompeau Fabra. En ese contexto comencé a desarrollar un proyecto de investigación sobre como la música afecta a diversos seres vivos no humanos, en especial las plantas. Para esto, utilice diferentes herramientas entre las que se destaca un dispositivo que traduce los impulsos biolectricos de las plantas a MIDI
El resultado de este proyecto de investigación es tan revelador que a partir de aquí mi búsqueda se oriento por completo a integrar lo orgánico y natural con la música.
"Sigila Violeta" es la primera obra registrada en estudio de esta experiencia que combina secuencias compuestas y ejecutadas por una planta.